PERSONAJES ILUSTRES DE ESPIEL
D. RAFAEL GIMÉNEZ RUIZ
Médico, nacido en Espiel en 1877 y muerto en Córdoba en 1970. Hizo sus estudios de bachillerato e el Instituto de Córdoba. Estudió medicina en Granada y Madrid donde se doctoró con estudio sobre patología de la órbita. En 1911 ingresó en la sanidad militar y en 1918 obtuvo plaza de la Benificencia Provincial de Córdoba, desempeñado durante cuarenta años el cargo de Jefe Provincial de dicho servicio. Miembro numerario de la Academia de Ciencias Médicas y de la de Ciencias, Bellas Letras y Notables Artes de Córdoba. Fue autor de numerosos trabajos científicos de su especialidad. Apasionado por los temas musicales, fue presidente de la Sociedad de Ciencias y del Centro Filarmónico “Eduardo Lucena” de Córdoba y publicó diversos artículos en el “Boletín” de la Academia de Cordobesa. Entre ellos uno sobre el tema “Los ciegos y la Música”. Fue alcalde de Córdoba, donde desorrolló una meritoria gestión. Es significativo que , por su iniciativa, se rotulase una calle de la ciudad con él.
Publicado en COMCORDOBA nº 21 Enero-Febrero 2004
Fue un destacado Médico cordobés cuya vida transcurre casi en las tres cuartas partes del siglo XX, dejando su impronta en todos los campos donde actuó. No sólo por ocupar la Presidencia del Colegio de Médicos, sino porque en dos ocasiones fue Alcalde de Córdoba. Fue Médico de la Sanidad Militar y Oftalmólogo de la Beneficencia Provincial. Participó de forma activa en muchas otras esferas de la cultura cordobesa.
En esta secuencia de personalidades médicas que ocuparon la Presidencia del Colegio de Médicos de Córdoba, a D. Rafael lo encontramos en el bienio de 1929 a 1931, siendo sucesor de D. Julián Ruiz Martín y antecediendo a D. Leandro González Soriano, de cuya semblanza nos ocuparemos en el próximo Boletín.
Nació D. Rafael en Espiel (Córdoba) el 26 de Agosto de 1.887; era hijo de D. Rafael Jiménez Núñez y de Dª Luisa Ruiz Briceño, ambos de Espiel. Su madre era hermana de D. Fabián Ruiz Briceño, el padre de D. Manuel Ruiz Maya; por tanto D. Rafael Jiménez Ruiz y D. Manuel Ruiz Maya eran primos hermanos.
Cursó Bachiller en el Instituto General y Técnico, luego de Enseñanza Media, el único de entonces, y que hoy conocemos por Instituto Góngora. Siempre recordó de dicha época a insignes profesores, como D. Luis Olves, o D. Eduardo Hernán Pacheco, Catedrático de Historia Natural con posterior resonancia nacional como biólogo y geólogo en Madrid.
Inicia la Enseñanza Universitaria en la Facultad de Medicina de Granada, para concluirla en Madrid, siendo alumno interno en el Hospital de San Carlos y en el de la Princesa. Obtiene el Título de Licenciado el 10 de mayo de 1.911.
En este año ingresa, por oposición, en la Academia Médico Miliar, Cuerpo de Sanidad Militar. Participa en la Campaña de África, con destino en Melilla, actuando en
Comentado [1]: ; Comentado [2]:
funciones sanitarias de atención, reconocimiento y preparación de reclutas y posteriormente nombrado Director de Enfermería en Nador. En 1915 es destinado a la Yeguada Militar de Córdoba. Tres hechos destacan en su vida durante 1.918: el ascenso a Capitán Médico, su casamiento con Dª María del Pilar Guerra Sánchez, hija de D. Rafael Guerra Bejarano «Guerrita» y la obtención, tras oposición, de la plaza de Oftalmólogo supernumerario del Hospital Provincial.
En 1919 se hace cargo de la asistencia facultativa en el 2º Depósito de Caballos Sementales y del Regimiento de Infantería de la Reina nº 2. Realizó otros destinos y servicios, encargándose de la asistencia facultativa del 4º regimiento de Artillería Pesada o del Regimiento de Lanceros de Sagunto nº 8. En septiembre de 1.921, se hace cargo del Hospital de Sangre para asistir a heridos procedentes de la Guerra de África, siendo nombrado Director de los Hospitales Militares de Santa Victoria y de San Pelagio, así como Jefe del Equipo Quirúrgico de Oftalmología en Córdoba, además, ha de trasladarse, en noviembre y diciembre de dicho año a Melilla para ocupar la Jefatura del Equipo Quirúrgico y la de la Sala de Oftálmico de los Hospitales Militares de Melilla.
Ante los continuos desplazamientos fuera de Córdoba, las reducidas posibilidades de ejercer la profesión en el Hospital y en la consulta privada, y la imposibilidad de hacer compatible su actividad militar con la civil, solicita la baja en el ejército en agosto de 1924. Había desempeñado el cargo de Jefe de Trenes Militares de la Zona de Andalucía y había sido distinguido con la Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo por su comportamiento y méritos contraídos en la Campaña de África hasta 1912.
A la Oftalmología dedicó cuarenta años de su vida, la mayor parte vinculado al viejo Hospital del Cardenal Salazar. Su Tesis doctoral titulada: «Patología de la Órbita», el discurso de recepción académica en la de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba: «Moderna cirugía ocular leído el 30 de octubre de 1943, ocupando la vacante de D. Manuel Ruiz Maya y contestado por D. José Amo Serrano, en aquel momento Director de la misma. Ya era Académico Numerario de la de Ciencias Médicas de Córdoba, en 1922, tras su discurso de ingreso: «Reflejos pupilares» contestado por de D. Emilio Luque Morata. Otra intervención en el mismo año, llevaba por título: «Importancia del examen del fondo de ojo en medicina general». Sus publicaciones, frecuentes, hay que localizarlas en Ideal Médico, en Anales de la Academia de Ciencias Médicas y en el Boletín del Colegio de Médicos, así como otros trabajos de divulgación en la prensa cordobesa.
Era asiduo participante en cuantos Congresos se celebraban en nuestro país, en especial los de la Sociedad Oftalmológica Hispano-Americana, de la que fue Miembro Numerario y Socio de Mérito. Presentó comunicaciones en los Congresos Internacionales de la Especialidad en Londres, Roma y Bruselas.- Asistente a distintas Clínicas Oftalmológicas europeas para aprender y para practicar con distintas personalidades que posteriormente serían sus amigos, como el profesor Fuch, de Viena, Laperssonne, Terrien, Mombrun, Morax, Rochon Dauvinaus, Dupuy Dutemps, Polach, profesores de Paría; el profesor Langreanje, de Burdeos, y el Profesor Ovio, de Roma. De sus visitas hace referencia y comentarios en Ideal Médico. Su última intervención activa fue como Presidente del Congreso de Oftalmología de la Sociedad HispanoAmericana celebrado en Córdoba en 1960, uno de los acontecimientos más celebrados en esta ciudad, y en el que participaría el Dr. Castroviejo.
Quiero recordar que estaba colegiado en Córdoba con el número 215, desde el 4 de julio de 1919, y que aparece como hermano de la Cofradía de San Cosme y San Damián, tan unida a los tres Colegios Sanitarios desde mayo de 1.920. Tras la dimisión de D. Julián Ruiz Martín, como Presidente del Colegio de Médicos de Córdoba el día 4 de febrero de 1.919, y, aunque es reelegido en nueva convocatoria el 25 de febrero, renuncia definitivamente con fecha 1 de marzo, una Junta General Extraordinaria elige a D. Rafael Jiménez Ruiz para Presidente y a D. José Altolaguirre Luna para secretario; D. Francisco Berjillos del Río, Tesorero, Contador; D. Fernando Rincón Torres; quedando vacante la plaza de Vicepresidente y nombrados vocales por Córdoba: D. Arcadio J. Rodríguez Camacho, D. Germán Saldaña Sicilia, D. Amador Calzadilla León y D. Antonio Barrios Guzmán. D. Rafael Jiménez Ruiz ya había sido vocal en la candidatura de D. Rafael Beltrán Burón desde 1919 a 1920 .
Una de las iniciativas, como Presidente del Colegio, es el traslado de la sede colegial a la Plaza de Canovas (Tendillas) en octubre de 1.929, donde estarían ubicadas de forma independiente, médicos, farmacéuticos y veterinarios, siendo inaugurado oficialmente con una conferencia de D. Gregorio Marañón titulada «Acidosis por hipoglucemia». D. Gregorio era amigo personal y compañero de curso de D. Rafael. El acto, de gran resonancia, se celebró en el Círculo de la Amistad y se prolongó durante el banquete, donde se prodigaron los discursos que serían recogidos en los distintos medios informativos. Este acontecimiento tuvo lugar el 18 de enero de 1.930.
El 11 de Abril de 1930, una R.O. transmitida por el Gobernador Civil D. Graciano Atienza, le comunicaba su designación como Alcalde de Córdoba. Era un momento difícil, pues estaba a punto de concluir la Dictadura, pero se daba en D. Rafael «que no estaba afiliado a ningún partido político, era joven, con bríos y arrestos, modelado en la lucha diaria, hombre de ciencia y experimentado en la vida pública en unas circunstancias en extremo delicadas». Habría de actuar en una Córdoba en precario., Tenía tres problemas fundamentales que atender: el pan, el agua y la luz. El pan era caro, pese a que el trigo era barato, pero la harina escaseaba o era muy cara. Estudiar el abastecimiento de aguas suponía construir casi completamente una red de conducción y de alcantarillado. La luz era deficiente no llegaba a muchos lugares. Tendría que ampliar las necrópolis. Ubicar el Instituto Provincial de Higiene. Pavimentar el Paseo del General Primo de Rivera y transformar en Avenida la primera parte del paseo del Gran Capitán y enlosarlo con losetas de asfalto comprimido. Pavimentación y alcantarillado de otras calles.
En el año de su mandato se trasladó la estatua del Gran Capitán a las Tendillas. Se erigió el monumento a Fernández Grilo en las Ermitas y el de Osio en la Plaza de Capuchinas. Se nombró Hijo Predilecto a D. Emilio Luque, a quien le entregó el nombramiento en un acto íntimo en su domicilio, compañía de algún miembro de la Corporación y sus más allegados compañeros.
En el aspecto sanitario había de sostener un Dispensario Antituberculoso en el Campo Santo de los Mártires y un puesto de Socorro de Urgencias. La Beneficencia Municipal comprendía: La Gota de Lecha, segunda Casa de Socorro, Instituto de Vacunación, Consultorio de Especialidad y Servicios Obstétricos y Ginecológicos, la Casa Municipal de Maternidad.
Fue el Alcalde que representó a la ciudad en el fallecimiento de Julio Romero de Torres, el 11 de mayo de 1.930. La noche anterior había acudido al domicilio del pintor y depositado un beso en la frente en nombre de Córdoba.
En una nota enviada al Diario El Defensor de Córdoba, el Alcalde expresaba que «nadie podría quitarle el honor de haber llevado la representación de Córdoba en el acto sublime de la despedida del pueblo al que se ofrendó por entero y cuyo nombre llevó a todos los ámbitos de la tierra. No quiero más gloria que la que ayer me disteis: desde el rincón de mi modestia puedo gritar ante el mundo: ¡Ya he sido Alcalde de Córdoba!.
Poco duraría su mandato al frente de la Corporación Municipal. el 16 de abril de 1931, dos días después de instaurarse la República cesaba en el cargo. Sería sustituido por el político, pedagogo y escritor Eloy Vaquelo Cantillo, republicano-andalucista, de Montalbán, y Gobernador Civil: D. Antonio Jaen Morente, en aquellos tiempos profesor de Literatura del Instituto. Es conocida la anécdota en que tras el discurso de despedida y entrega del bastón de alcalde al entrante, D. Antonio Jaén comentó casi en susurro a D. Eloy, ¿que va a decir Vd. después de lo que hemos oido a D. Rafael? al terminar el suyo, D. Eloy Vaquero concluyó: «Es un honor para la República, recibir el bastón de Alcalde de manos de D. Rafael Jiménez Ruiz».
Es curioso, que D. Rafael, una vez nombrado Alcalde, quiso dimitir de su cargo de Presidente del Colegio de Médicos, por incompatibilidad. Pero esta circunstancia que se había prodigado anteriormente, no fue aceptada por los colegiados. Sólo al comenzar el año 1931, en que los Médicos Titulares hicieron campaña para nuevas elecciones fue vencido por escaso margen de votos.
De nuevo el 2 de Septiembre de 1.941 tras el cese del Pleno Municipal con su Alcalde D. Antonio de Torres Trigueros, una nueva lista propuesta por el Sr. Ministro de Gobernación era comunicada por el Gobernador Civil D. Rogelio Vignote quién manifestaba que D. Rafael Giménez Ruiz era un amigo entrañable de los tiempos difíciles de la Falange, a quién encontró en todo momento ayudando en las elecciones del año 1.936.
En este segundo período como Alcalde, el primer acuerdo de D. Rafael fue la creación de la Farmacia Municipal, y en sesión del 28 de noviembre de 1941, se presentó para su aprobación el Reglamento para el Servicio Municipal de Córdoba con Servicios anejos de Laboratorio y Análisis. Córdoba era una de las primeras ciudades españolas que ofrecía este servicio de atención para sus miembros y los de la Beneficencia.
Siendo Gobernador Civil D. Ramón Risueño Catalán y Alcalde D .Rafael, recibió éste de Dª María Serrano, Vda. de Mateo Inurria, la cesión de sus obras, que con dicho fin daría lugar a la creación de un Museo Monográfico de Mateo Inurria. Dicha obra quedó expuesta desde el 21 de junio de 1943 en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes. En Julio de 1.943, acude por última vez al Pleno Municipal. Se le concede Licencia por enfermedad y con fecha del 3 de noviembre de 1943 se acepta la dimisión como Alcalde de Córdoba.
Otro aspecto digno de destacar en D. Rafael fue su afición a la música de la que tenía profundos conocimientos. Había cultivado su voz y tenía formación para haber cantado en concierto, actividad que practicó en alguna ocasión. Cantaría con orquesta en la
Catedral de Córdoba, en los años de 1925 a 1930, en especial el Miserere. Su timbre de tenor dramático se acompañaba de una depurada dicción. Su maestro, Tabullo, fue el mismo que había enseñado a Hipólito Lázaro y a otras figuras de la época. Era amigo de destacados cantantes, como los italianos Amselmi, Beniamino Gigli o María Caniglia. Procuraba viajar en temporadas de Ópera ya fuesen en Milán, Lisboa, Madrid o Barcelona. Era un experto y apasionado de la música clásica, admirador y amigo de pianistas famosos: Nikita Magalof, Kachent, Kent, José Iturbi y de su hermana Amparo, o el Maestro Joaquín Rodrigo. Entusiasta de los Festivales de Granada y muy amigo de Manuel Cano, antes años de que llegara a Córdoba.
Supo elevar el nivel musical de Córdoba creando la Sociedad de Conciertos de la que fue un gran mantenedor, además de haber sido su primer Presidente. Fue Presidente del Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena de Córdoba. Sus conocimientos quedaron plasmados en conferencias y publicaciones., Así el discurso inaugural del Curso Académico de 1.949 en la Real Academia de Córdoba, llevaba por título: «Los ciegos y la música». Otro artículo de 1.949 trataba de «Eduardo Lucena: la inspiración y la música popular».
También destacaba entre sus predilecciones la del mundo del toro. No en balde era hijo político de Rafael Guerra Bejarano «Guerrita». Amigo destacado de José Gómez «Joselito» al que admiraba; de Rafael González Madrid «Machaquito», amistad que perduró hasta el final de su vida; con Manuel Rodríguez «Manolete» a quien tuvo que retirar el saludo porque cuando fue Alcalde no consiguió que toreara en la feria de Córdoba, tras haberlo prometido, amistad que posteriormente recuperarían. D. Antonio Cañero, no sólo era amigo, sino además su cliente, y a solicitud de «Machaquito» el ofrecimiento para el homenaje que Córdoba rindió al rejoneador. Él y sus hijos fueron muy amigos de José María Martorell y D. Rafael se encargó de hacer el homenaje al torero tras su gira triunfal en América.
Al fallecer «Guerrita», en febrero de 1.941, publicó en el Diario Azul, de Córdoba, un emocionado artículo de despedida recordando su «Recia personalidad inconmovible».
Aunque aludida, queremos resaltar su elocuencia oratoria que se manifestaba en todas las tribunas donde intervenía, muchas veces más destacada que la de las personas a las que presentaba. Por las entrevistas que le realizaron sabemos que fue extrovertido, un poco supersticioso y autor de un libro de Oftalmología, fruto de su destierro en Nador, en su primera época «que no se atrevía ni a corregirlo, sólo confesado a algunos compañeros que han visto mi delito de lexa ciencia». Aún habría que añadir en su currículo que fue Director de la Academia de Ciencias Médicas de Córdoba y también de su revista bimensual Anales de la Academia de Ciencias Médicas. Además Oftalmólogo de la Asociación de la Prensa de Córdoba.
Como señalábamos anteriormente estaba casado con Dª María del Pilar Guerra Sánchez, la 6ª hija del matrimonio de D. Rafael Guerra Bejarano y de Dª. Dolores Sánchez Molina. Los dos hijos habidos en el matrimonio: D. Rafael y D. Luis Jiménez Guerra , fueron destacados médicos que ejercieron en Córdoba.
El Dr. Giménez Ruiz, pese a todas las actividades que cultivó, nunca olvidó la profesión que amaba: la Oftalmología. Haciendo compatible todo lo demás. Fue uno de esos maestros de una época histórica donde la escasez de recursos siempre se suplía con el
afán de saber y de superación, poniendo los medios a su alcance para estar al día.
El Colegio de Médicos, siendo Presidente D. Manuel Ruiz-Maya Chinchilla, le concedió el título de Colegiado de Honor. Eran los últimos tiempos de su vida, cuando se le comunicó la noticia, y era sabedor de que difícilmente llegaría a recogerlo., Así ocurrió, este título sería recibido de forma muy emotiva por su hijo el Dr. Rafael Jiménez Guerra. La vida de D. Rafael Jiménez Ruiz se extinguió el día 21 de mayo de 1.970 y sus restos junto a los de sus hijos, yacen en el cementerio de Espiel.
Al repasar los nombres de nuestras calles, no encontramos, ni entre los alcaldes ni entre los médicos, el del Dr. Rafael Jiménez Ruiz. A veces, hay caminos que uno desconoce para conceder estas distinciones., Creo que D. Rafael es una de esas personas que se merecen este honor. En esta ciudad, que va creciendo en extensión, donde estos próceres pueden recordarse dando su nombre a una de sus calles, propongo este reto para quienes consideren oportuno solicitar este merecimiento.
D. Rafael Giménez Guerra. Hijo de D. Rafael Jiménez Ruiz y de Dª María del Pilar Guerra Sánchez, nació en Córdoba el día 24 de Diciembre de 1.921. Cursó el bachiller en el Colegio de los Maristas en Lucena (Córdoba) e inició los estudios universitarios en la Facultad de Medicina de Sevilla, para concluirlos en la de Madrid. Estudios universitarios que no pudo emprender hasta la finalización de la Guerra Civil, en cuyo período estuvo en el frente perteneciendo al Tabor de Regulares en Nador y Melilla.
Se colegió en el de Médicos de Córdoba el 29 de Julio de 1.949 con el nº
913. En Octubre de 1950 ingresa como médico auxiliar clínico con carácter de interno, sin remuneración, hasta que fueran aprobados los presupuestos dela Diputación. En el Reglamento del 27 de septiembre de 1.963 figura como becario del Laboratorio, donde ya aparece como Jefe del Servicio: D. Francisco Rodríguez Correa en una plaza que venía ocupando como Médico Auxiliar (así era en su origen el Laboratorio) desde 1942 a resultas de oposición. En el año 1.967, ingresaba como médico de guardia D. Rafael Jiménez Palma, el siguiente colaborador en el Laboratorio del Hospital del Cardenal Salazar, más conocido por Hospital de Agudos.
Al comenzar la década de los 60 venía siendo analista en la Residencia Sanitaria Teniente Coronel Noreña, único lugar donde se practicaban los análisis hasta su instauración en los ambulatorios de Avda. de América y Sector Sur. Cuando esto ocurre, D. Rafael Jiménez Guerra ocupaba una plaza de cupo de análisis en el Sector Sur. No existía por entonces incompatibilidad entre Seguridad Social y Beneficencia Provincial, por ser dos entidades diferentes.
El Hospital de Agudos, al cambiar de ubicación, se va a llamar Hospital General, y con la creación de la Facultad de Medicina, Hospital General y Universitario. Junto a D. Rafael Giménez Guerra, se incrementa otra plaza de becario para D. Rafael Jiménez Palma, en 1.972, que va a dejar en 1.973, y será ocupada por Dª. María de los Ángeles Hernández Tejero y ampliadas posteriormente por Dª. María García y Dª. María José González de Canales. Se divide la función del laboratorio en Hematología y Banco de Sangre, por un lado, y Bioquímica, por otro. El Dr. Jiménez Guerra ocupa el Servicio de Hematología y Banco de Sangre. En 1.988, al integrarse la Beneficencia Provincial en el Servicio Andaluz de Salud (S.A.S.) se unifican todos los servicios, haciendo
incompatibles los dos puestos. Sí continuaba en el ejercicio de la medicina privada.
El Dr. Giménez Guerra, era un hombre educado, sensible, entrañable, conversador y ocurrente. En su época de estudiante universitario en Madrid, era asiduo espectador al teatro y amigo de actores y actrices, como Celia Gámez. Amante de la fiesta taurina y amigo y toreros. Cuántas anécdotas recordaba de su abuelo Rafael «El Guerra». También de su padre recordaba muchos sucesos. Gracias a Rafael he podido reconstruir gran parte de la semblanza de su padre. Un día le dije que necesitaba para mi tesis unos datos sobre su padre. Cuánto le agradecí y con qué presteza me proporcionó una extensa biografía. Recuerdo su laboratorio en Ronda de los Tejares, cargado de recuerdos de su abuelo y de una talla de San Rafael que me iba a dejar si era capaz de organizar una exposición como la que habíamos hecho de «Niños Jesús» en la Iglesia de la Merced, poco después del incendio.
Era amante del turismo y de los viajes. Siempre comentábamos sus vacaciones en Lisboa y sus alrededores, o en Marruecos, fundamentalmente en Marrakech. Era generoso y creyente. En cierta ocasión fue afortunado en la lotería y casi la mitad del premio lo repartió a religiosas de conventos.
El 17 de Enero de 1992, una noticia en la prensa local conmocionaba a los amigos, compañeros y población cordobesa, tras un episodio criminal de algún desalmado que segaba su vida. Trágica muerte que truncaba sus expectativas de vida poco tiempo después de haberse jubilado. Había sido un prestigioso médico, gran compañero y extraordinario amigo. Sus restos fueron trasladados al panteón familiar junto a los de sus padres, en Espiel.
D. Luis Giménez Guerra. El segundo y último hijo del matrimonio de D. Rafael Jiménez Ruiz y Dª María del Pilar Guerra Sánchez. Había nacido en Córdoba el día 8 de junio de 1.924. Inició los estudios de bachiller en los Maristas de Lucena (Córdoba) y los concluyó en Cultura Española, el Colegio de Lasalianos, en su primera promoción. Cursa la carrera universitaria en la Facultad de Medicina de Madrid y allí realiza la especialidad de Oftalmología.
Igual que su hermano Rafael, en octubre de 1.950, ingresa en el Hospital de Agudos de Córdoba, como médico auxiliar clínico con carácter interino y sin remuneración, hasta que fuera fijada por la Diputación.
Dado de alta en el Colegio Médico de Córdoba el 24 de julio de 1.953 con el número 1051 de colegiado. Tras la jubilación de su padre, en mayo de 1.958, ocupa la plaza de oftalmólogo interino del Hospital de Agudos hasta junio de 1.960 que ingresa por oposición D. Julián Jiménez Almenara.
D. Luis Giménez Guerra fue oftalmólogo de la Seguridad Social que compartía con su clínica privada. Alguna de sus publicaciones como la que se titula «Quiste Hidatídico de órbita» la hizo en colaboración con su padre y la publicó en la Revista de la Sociedad Oftalmológica en 1.958.
En su época juvenil fue un buen futbolista. Socio y gran aficionado del Córdoba de aquellos tiempos, los primeros del Estadio del Arcángel, donde expresaba su vehemencia deportiva. Mantenía viva la tradición taurina. Amigo de toreros. Su ídolo,
José María Martorell, amistad que compartía con su apoderado y anterior torero Rayito. Es tan concluyente esta admiración que incluso en su viaje de bodas programó su itinerario acompañando al diestro de las ciudades en que toreó. Su espíritu jovial le otorgaba ser uno de los contertulios imprescindibles en aquellas reuniones médicas de café en Savarín.
Se casó con Dª Natalia González-Grano de Oro de cuyo matrimonio tuvieron cuatro hijos: D. Luis, D. Rafael, Dª Natalia y D. Diego. Ninguno de ellos siguió la tradición médica.
Se dio de baja en el Colegio Médico de Córdoba el 18 de junio de 1.965, por trasladarse a Madrid, como funcionario, al Instituto Nacional de Previsión. Su misión allí sería la Inspección de Centros. Realizaba frecuentes viajes de inspección, tanto al área norte como a Barcelona.
Ejerció la Oftalmología tanto en la Paz como en el Hospital Reina Victoria de la Cruz Roja y su consulta privada en Ríos Rosas.
Tras su jubilación volvió a fijar su residencia en Córdoba. Escaso tiempo porque el 27 de septiembre de 1.992, fallecía en Madrid, a los 68 años, víctima de un infarto agudo de miocardio. Sus restos, como los de todos los miembros de su familia fallecidos, reposan en el cementerio de Espìel.
D. Manuel Danvila Meléndez-Valdes. Ocupa este lugar por derecho de consorte al estar casado en Dª Natalia Jiménez Soldevilla. Nació en Córdoba el 10 de noviembre de 1.952. Estudió en la Facultad de Medicina de Córdoba en la que se licenció en 1.986. Se colegió en Córdoba el 22 de julio de 1.987 con el nº 4.921.
Especialista en Oftalomología con título de 29 de mayo de 2002. Es oftalmólogo interino de la Seguridad Social y ejerce la medicina privada en la Clínica Maser de Oftalmología